lunes, 31 de agosto de 2009

Todtnauberg Vs Almenara

La filosofía Todtnauberg no deja de obsesionarme desde mis experiencias vitales en mi antiguo refugio de la playa en la costa castellonense. Constantemente me hago la misma pregunta: ¿podríamos trasladar el “construir-habitar-pensar” que Martin Heidegger formuló a partir de su experiencia en la pequeña cabaña rural en la heroica naturaleza de la selva negra alemana al pequeño hábitat de mi palmera y mi olivo, junto a la entonces todavía medio-salvaje playa del levante español? Cuando, por ejemplo, el sofocante sol estival me concede una tregua bajo las viejas palmas y mi sudada piel se funde con la desbordante luz blanquecina y sus tórridas temperaturas me convierten en una especie de lagartija que, panza arriba, rebaja sus biorritmos acompasando el fluir de la sangre al lento pero meloso sonido de las chicharras. Cuando, por ejemplo, floto en las aguas amables del mar mediterráneo, en una especie de rito de reminiscencias intrauterinas, en esa hora del poniente cuya luz rasante proyecta sobre mi su tangente sombra entre ola y ola.

En esos momentos en los que la naturaleza parece abordarme y fundirme con su naïf abrazo. Es entonces, justo en esos muchos momentos, cuando siento un delicado paralelismo entre la filosofía de la cabaña heideggeriana de Todtnauberg y la cosmovisión que esta vida mediterránea -tan salvaje como efímera- se proyecta en el interior de mi solitaria vida estival.

Desde mi “cabaña” de la playa mediterránea puedo dibujar infinitos paralelismos con Heidegger a partir de sus puntos de fuga: la vida universitaria, sus responsabilidades académicas, la lejanía conquense de la Facultad, el peregrinaje de los amigos, de los colegas, de los doctorandos hacia el encuentro intelectual. Todo tan similar… y sin embargo tan distinto. ¡Nada de campamentos de adoctrinamiento! Nada de pureza de la raza, sino interculturalismo y mestizaje. Sin embargo, los mismos grandes retos frente a mi en el interior de la cabaña mediterránea: de lo local a lo global; del pensamiento íntimo, discreto, pequeño, a la acción universalizadota. Arte = Vida = Pensamiento personal. La cabaña de Heidegger en la campesina Todtnauberg es la modesta estancia urbanitas de la lisboeta Rua dos Douradores de Fernando Pessoa, al igual que mi pequeña casa junto a la playa antes medio-salvaje en la castellonense Almenara: fortaleza, melancolía, hedonismo. Tres actitudes divergentes como consecuencia de un mismo planteamiento existencial.

NOTA: Para los que estéis interesados en la filosofía "todtnauberg", os recomiendo un precioso libro de 2006 de Adam Sharr titulado La Cabaña de Heidegger; Un espacio para pensar, Editado por Gustavo Gili en 2008, donde, al margen del texto, se publican una maravillosas fotografías del refugio de montaña del pensador alemán. A los artistas, arquitectos y diseñadores os encantará.

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