miércoles, 2 de septiembre de 2009

Dibujo Funcional y Representación Poiética. Visibilizando lo invisible.

De forma genérica y en su sentido tradicional, se apela al concepto de Dibujo Funcional para otorgar al Dibujo la capacidad de “dar forma”, visualizando, ciertas situaciones o aspectos de la realidad que no pueden sernos reveladas por no manifestar substancia alguna, o bien porque expresan la actividad de entidades aformales que sólo pueden ser imaginadas o comprendidas al mostrar sus efectos sobre el entorno, alterándolo o, incluso, modificándolo.

No conviene, sin embargo, confundir esta función particular del Dibujo con la capacidad de la tecnología para “dibujar” la forma de entidades que son invisibles a nuestro órgano de la visión. La protesización del miembro ocular para amplificar su capacidad visiva actúa ciertamente como “agente revelador” de esas entidades que nunca antes habían podido ser visualizadas por el mecanismo de la visión humana. En su acción visibilizadota, estas prótesis tecnológicas sí que ejercen por tanto en cierta medida esa acción poiética heideggeriana que nos “desvela” aquello que permanecía oculto y que, sólo la imaginación humana o su capacidad de anticipación mediante el raciocinio intelectivo, ha podido añadir al imaginario colectivo, en la mayoría de las ocasiones entre los fantasmas o los alienígenas de nuestras iconografías psicopatológicas.

Se trata pues de una visión desveladora (reveladora) de las partes ocultas de los organismos vivos, del comportamiento de acciones cuyo acelerado movimiento impide tener una compresión fidedigna del mismo, de las ondas sonoras -en particular- y de todas aquellas -en general- que no se encuentran entre las longitudes de onda que percibimos como luz, de los fluidos corporales, del electromagnetismo de toda actividad energética, etc.

Como es fácil de suponer, este es un campo de investigación abonado para las proposiciones de carácter científico. Sin embargo, debido al carácter tan propositivo e innovador que suele conllevar el trabajo y las conjeturas en torno a este tipo de actuaciones y también debido la gran dosis de creatividad que exige la actuación de los científicos, sus resultados suelen terminar trasvasados al campo del Arte, una vez –y con la distorsión perspectiva que ofrece cualquier Historia del Arte- sus logros particulares han sido asimilados por el entorno socio-cultural y otras “nuevas” tecnologías crean nuevos efectos que superan o cambian el rumbo científico especulativo que trata de comprender y analizar lo que es observado mediante estas nuevas prótesis tecnológicas de los sentidos. No resulta por tanto gratuito o caprichoso que la totalidad de los “dibujos científicos” de Leonardo da Vinci se muestren, varios siglos de su ejecución material, en los Museos de Arte y como creaciones artísticas, como tampoco que, con tan sólo un siglo de existencia, los dibujos científicos del Nóbel de Medicina Santiago Ramón y Cajal referidos a sus especulaciones en torno al fluir de la sangre hayan sido mostrados ya como parte de una exposición de Pintura. 1

En cualquier caso, no deberíamos olvidar que ninguna tecnología es neutral, por lo que, en su ejercicio mecanicista y automatizado de desocultación y formalización, siempre se genera lo que podríamos denominar un “estilo gráfico”. Estilo que propicia la aparición en la escena artística de nuevas iconografías que marcan tendencias visuales, llegando a procurar nuevos imaginarios colectivos, tal y como realizan de forma pretendida y especulativa los artistas a través de la creación de las diferentes vanguardias y estilos artísticos.

En el caso particular de la tecnología digital y todo su aparataje tecno-funcional basado en los principios de la electrónica y en la informática, los científicos pueden trabajar la información procedente de la esta protesización digital de la mirada desde el estado de mayor pureza informacional: el dato binario. Según los científicos actuales –fundamentalmente aquellos que utilizan la tecnología de los procesadores informáticos en su laboratorios-, “el dato en su estado natural es binario” 2 y, por lo tanto, es el que más versátil y eficaz resulta para la gestión y manipulación de cualquier información recabada.

También, y de forma paralela a los científicos, los artistas han tendido siempre a utilizar estas prótesis tecnológicas que fabricamos y de las que nos dotamos para amplificar nuestra visión (y nuestros sentidos) y, por tanto, nuestra comprensión de nosotros mismos y de cuanto nos rodea. Su acción sobre ellas –radicalmente diferentes en origen a los objetivos que se marcan los científicos y hombres de Ciencia- suele tener dos líneas de actuación claramente definidas: un uso simbólico o metafórico de las mismas, o bien un uso pervertidor que se fundamenta en la alteración tecno-funcional de la máquina o prótesis visiva (o sensitiva). Estas dos líneas de actuación representan precisamente la gran aportación del Arte al sentido “revelador” y “poiético” de la protesización de la mirada (en particular) y de los sentidos (en general). Empleando la intuición, la observación, los mecanismos alegóricos y las técnicas de desocultación del subconsciente individual y colectivo, los artistas realizan aportaciones fundamentales para completar el círculo de compresibilidad de la fenomenología interior y exterior. Gracias a sus aportaciones para-científicas consiguen abrir nuevos campos especulativos a las ciencias puras y aplicadas. Ahí están si no, las bellísimas rosas electrorradiografiadas de Christian Rigal (Cejar), los retratos “fantasmas” del cinetista Balla y del perro de Bragaglia, las “pinturas” del Universo vistas a través del ojo protésico del Hubble, el viaje tridimensional por el interior del cuerpo humano del condenado Joseph P. Jerrigan a través de las cryosecciones del “Visible Human Layer Project”, los “diarios maquinales (o autorretratos de la fotocopiadora)” del artista francés James Durand, la expansión formal del retrato telefaxeado de las baterías eléctricas de 1.5 voltios del artista japonés Maruhiro, etc.

Sea como fuere, el campo operacional desde este primer nivel de visibilización de lo invisible nos conduce hacia el escurridizo y resbaladizo pasaje filosófico del concepto de “Imagen y Verdad”, así como de la necesaria reflexión en torno a la pertinencia del mundo del Arte de trabajar bajo el paraguas conceptual que nos proporciona el binomio ARTE / CIENCIA.

Sin embargo, y a pesar de que este campo de acción creativo del que hemos denominado como “Dibujo Funcional para la visibilización de lo invisible” podría suponer en sí mismo una completa Tesis de Investigación, no es éste el campo que nos ocupará en el presente trabajo. Lo que va a centrar nuestra investigación presente versa sobre un Dibujo Funcional que persigue, no la visibilización de lo que nos es vedado a nuestra visión por sus propias limitaciones estructurales, sino de aquello que no posee forma alguna, bien porque su conocimiento es construido mediante la observancia de las consecuencias devenidas del funcionamiento o actividad de estas entidades aformales (como, por ejemplo, la visualización mediante construcción informatizada basada en hipótesis y premisas cognitivas del malfuncionamiento de una actividad orgánica celular), o bien porque hablamos de proposiciones intelectivas relacionadas con campos de actividad propios de las dinámicas funcionales relacionales (como, por ejemplo, la construcción de sistemas gráficos que describen la actividad de un colectivo que genera trayectos en su desplazamientos de un lugar a otro, la representación gráfica del crecimiento desordenado de una comunidad virtual 3, o el cuerpo arquitectural posible para una entidad digital intangible que acontece en la Red 4.

Es por tanto evidente que este segundo tipo de acción de visibilización de lo invisible resulta más radical y, por ello, nos remite a un campo de acción y pensamiento más propenso al despliegue de una mayor creatividad y de una innovación de mayor calado. En éste hay que trabajar por tanto bajo presupuestos previamente establecidos y consensuados. Esto es: cuando, por ejemplo, un científico consigue detectar en un comportamiento natural una actividad consolidada que, a pesar de no poseer forma alguna, ésta genera consecuencias observables y cuantificables en sus estados de proceso, llevándole a establecer premisas hipotéticas (para lo que asigna al comportamiento de dicha actividad parámetros y valores arbitrarios, pero que son aplicados de forma metódica mediante herramientas científicas tales como la estadística, la aplicación de las leyes de la física, de la química, de la sociología, etc.) que permiten la visibilización de un cuerpo-estado de dicho proceso (o, al menos el que se deriva de las consecuencias funcionales de su actividad procesual).

A pesar de la defendida “objetividad”, o mejor decir ”cientificidad”, del proceso seguido para la formalización o visibilización de dichos comportamientos aformales, los valores asignados por nuestro científico a los resultados de las mediciones en la observación seguida podrían ser considerados, si no subjetivos (esto es caprichosos o al arbitrio de su elección personal), sí al menos “no neutrales”. Es evidente que éste toma “decisiones culturales”, ya que esta asignación de valores, aunque se basan en comportamientos sometidos a las leyes de la física o la química, son al fin y al cabo asignaciones sometidas al arbitrio de convenciones establecidas por el consenso social a parir de valores que consideramos “naturales”. Por ejemplo: cuando un dato proveniente de una serie de mediciones que detectan un cambio de temperatura en el proceso de una función orgánica anatómica, asigna un color “cálido” (por ejemplo, rojo, o naranja) para referirse a un actividad alta, o, por el contrario, “frío” (por ejemplo, azul) para referirse a una actividad baja. Valores lógicos cuya “objetividad” se ampara en una propiedad física que establece que las ondas que nuestros ojos aprecian como rojizas tiene una mayor longitud que aquellas que apreciamos como azuladas. Mayor longitud de onda, mayor poder calorífico o energético. Por lo tanto, parece lógico, científico, o hasta natural asignar colores cálidos a aquellos datos que estadísticamente muestran una mayor actividad funcional.

Este sería pues el proceso o la mecánica del “Dibujar Funcional” que, buscando la formalización de entelequias, asigna valores formales (o visivos) a datos binarios estadísticos a partir del establecimiento de relaciones objetivas causa-efecto mediante la acción poiética del científico que actúa como operario neutral del proceso del “dibujar”, del “disegnar”, del “construir” formalizando lo que antes era un proceso o función invisible que jamás hubiera adoptado forma o estructura alguna de no ser por la acción mediadora del científico como “ser-pensante”.

Sin embargo, al igual que en el caso histórico ejemplificado en el Leonardo Da Vinci científico, que pretende dibujar “objetivamente” el funcionamiento invisible de la formación de olas en el mar o de una tormenta en un cielo nubloso trasladando los datos provenientes de las observaciones y mediciones, pero que, en su visualizar –desvelar- poiético- no hace sino generar un disegno tendencioso y subjetivo, cargado de estilo gráfico y claramente ubicado dentro de una vanguardia artística concreta, nuestro científico actual también está “dibujando” dentro de un territorio altamente creativo –y por tanto tendenciosamente estilístico- que, antes o después, denominaremos como “praxis artística”. No en balde, y como ya hemos analizado, éste, al asignar formas o colores determinados a los datos binarios que ha observado la máquina (extensión protésica de nuestros sentidos que convierte este proceso de observación natural del científico Leonardo en un proceso tecnológico de visualización protésica) está pues tomando decisiones “culturales”. No en balde, y al igual que los que un día ejercían la práctica científica y en la actualidad sus producciones son exhibidas en los museos de Arte, los científicos contemporáneos utilizan, como aquéllos, metáforas y estrategias simbólicas que permiten hacernos comprensible “lo observado”, por el proceso de visibilizar –interpretando- lo invisible.

Este Dibujo Funcional es pues una eficaz herramienta conceptual que nos permite afrontar el reto de visualizar, visibilizando, desocultando poiéticamente y dando forma a aquello que ni vemos, ni podríamos llegar a observar ni tan siquiera por medio de prótesis tecnológicas, pero que, sin embargo, sí que somos capaces de “construir mentalmente” mediante el establecimiento de premisas, presupuestos y parámetros que nos proporcionen datos e información suficiente para que, a través de la acción alegórica, metafórica, sinestésica o poética, consensuados socialmente, sometidos al dictado de las leyes físicas o científicas, o simplemente al arbitrio personal de su “interpretador”, éstos constituyan una columna vertebral capaz de soportar y contener una imagen (no necesariamente visual), inédita, precisa e icónica de lo acontecido, de lo pre-existente, con el propósito de hacérnoslo comprensible –en el caso de la acción científica- o, simplemente –como en el caso de la acción artística- transmitido, al narrar, describir y dibujar esa entidad aformal, que se constituye como una experiencia intelectivo-sensitiva. Del proceso global de observación y descripción.

Nuestro Dibujo Funcional para la Visibilización Poiética se revela pues como un instrumento conceptual de indudable valor cognoscitivo para campos establecidos como la anatomía, el urbanismo, la filosofía, o la sociología, así como también para nuevos campos experimentales surgidos a la luz de la actual Cultura Digital, como la cyberarquitectura, o la nueva cartografía del Espacio Electrónico de la Comunicación y la Información. Éste establece además nuevos campos de acción interdisciplinar y heterodoxia para las prácticas artísticas contemporáneas. En un mundo en el que la representación de lo Real y la interpretación fenomenológica ha dado paso a la simulación mimética y a la iconoclastia, el Dibujo Funcional cobra una dimensión inédita y un valor insustituible para poder afrontar con garantías los retos que el nuevo conocimiento nos propone en su trasmutación desde la representación hacia la construcción y desde el objeto hacia el proceso.

Este Dibujo Funcional asume, desde su posición mediadora en el esquema Arte / Ciencia /Tecnología, la re-definición así como la ampliación de los límites territoriales de sus campos de actuación, instalándose armónicamente entre los instrumentos conceptuales que pueden operar de forma eficaz con los nuevos parámetros que establece ésta nuestra Sociedad Digital y sus Culturas Líquidas.

Notas

1. CaixaForum. Fundació La Caixa. Barcelona. 2005.

2. Magdalena Rafecas. Instituto de Física Corpuscular. Universitat de València. 2008.

3. Ver los experimentos y proposiciones gráficas mediante la programación de interfaces gráficos electrónicos que se muestran en la Web Bestiario.org del matemático y diseñador digital colombiano Santiago Ortiz.

4. Este es el caso de la mayoría de las proposiciones de las denominadas Arquitecturas Virtuales, y también del de la mayoría de las acciones relacionadas con la construcción de Cartografías Virtuales de la Red, apoyadas en los Dibujos Funcionales generados por los programas informáticos traza-rutas, que dan forma a “espacios” virtuales (o más propiamente llamados “lugares digitales online”) no sólo invisibles, sino aformales en su sentido estricto constructivo y que, sin embargo, a partir de ciertas proposiciones deductivas pueden ser poietizados –revelados, formalizados- (ya que en ellos acontece el mismo tipo de actividad y de relaciones que las que se establecen en los espacios arquitecturales físicos –o reales-).

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