Este miércoles pasado (11 de julio de 2012)
conseguí materializar un viejo proyecto que llevaba tratando de poner en
marcha desde que regresé de mi estancia en los USA. Se trata de crear una
serie de Think Tanks aprovechando la visita de algún personaje interesante
de la escena artística o cultural. Tal y como hicieron conmigo en la Washington
State University, ahora soy yo quien reúne a colegas y amigos que trabajan en
mi entorno profesional e investigador, invitándoles a disfrutar de una jornada
distendida y agradable que ponga en común, entre refrescantes baños, una comida
sabrosa y su correspondiente sobremesa, sus trabajos de investigación en curso,
de manera que puedan ser analizados por este invitado ilustre, generando a
posteriori (y a lo largo de todo el día) una serie de suculentos intercambios
de ideas (brainstormings) que nos enriquecieran a todos, y que
constituyeran un incipiente patrimonio intelectual con que aderezar nuestras
vidas cotidianas como intelectuales y seres creativos.
Para este Think
Tank #1 aproveché la estancia entre nosotros del artista y profesor de la
Universidad de Chile, Arturo Cariceo < Arturo Cariceo en Wikipedia>,
con motivo de sus trabajos de investigación en el MIDECIANT de Cuenca, a través
de la prestigiosa Beca del Banco de Santander 2012 para estancias de
investigadores latinoamericanos de prestigio en los campus de las universidades
españolas (en su caso para trabajar sobre la puesta en valor de los fondos
permanentes de obra de las colecciones de arte y tecnología del MIDECIANT de
Cuenca).
Invité para ello al grupo de doctorandos que
tutorizo en la actualidad y cuya localización no era excesivamente lejana de
nuestra casa vacacional de Serranillos Playa (cerca de Talavera de la Reina).
Ellos trajeron sus portátiles, sus bañadores y ricos productos de la
gastronomía autóctona.
La experiencia no pudo ser más enriquecedora.
Cada uno de los doctorandos expuso ante el resto del grupo sus avances en los
contenidos de sus Tesis en curso, siendo comentadas primero por Arturo Cariceo
y luego por el resto de participantes, llevándonos a un interesantísimo intercambio
de ideas y de planteamientos aportativos. El resultado fue una deliciosa velada
bajo los árboles, llena de enjundiosas reflexiones acerca de las prácticas
artísticas contemporáneas, aderezadas con refrescantes baños en la piscina de
la casa y una suculenta comida que preparamos con las delicatesen regionales
aportadas por todos los participantes.
¿quién dijo que trabajar, reflexionar,
investigar es tedioso y/o aburrido?
Trabajo Intelectual + placer= lujo creativo
para tiempos de crisis. Y sobre todo, la intención de cambiar esa odiosa
costumbre tan hispana de despreciar al invitado, al otro (viéndolo como el
enemigo, en vez de aprovechar sus conocimientos, intercambiar opiniones,
enriquecernos de forma retroalimentaria.... como saben muy bien hacer los
anglosajones.
Como veis, me he propuesto materializar algunas
de esas cosas que las instituciones docentes y académicas de nuestro país no
son capaces de asumir (a pesar de que debería ser obligatorio, incluso en
tiempos de crisis). Además, pienso que la vida profesional, intelectual e investigadora
no debe quedar exclusivamente circunscrita bajo el paraguas -limitante- de la institución
que nos ampara laboralmente, sino que debe desbordarse por todos los poros, por
todas las esquinas, por todos los recovecos de nuestra vida personal,
mezclándose, fundiéndose, adquiriendo la necesaria multisensorialidad poliédrica.
Así que, visto lo gratificante de la experiencia...
repetiremos más veces y de muchas otras imaginativas maneras.
He pensado que sería bueno compartirlo con
todos vosotros, mis amigos, mis lectores, para invitaros a tomar conciencia de
la necesidad de proponer nuevos modelos de funcionamiento de la comunidad
intelectual de la que formamos parte, de manera que podamos entre todos
renovar, reinventando, el desolador panorama artístico y cultural actual. Cambiemos
el modelo, pero hagámoslo desde nuestras propias iniciativas personales, desde
su intrínseca pequeñez y humildad, sin necesidad de tirar de presupuesto (público
o privado) cada vez que deseemos desplazarnos un sólo centímetro.